ninja

# CERO | Ninja

Muchos se preguntarán, al igual que en postproducción muchos nos preguntaron… ¿Que relación hay entre un Ninja y los temas detonantes? Fue una apuesta de nuestro número cero, un concepto un tanto complicado pero no tan complejo (debería ser a la inversa, ya lo sé), una pérdida y un encuentro, una muerte y un nacimiento, mientras resucitábamos esa imagen frívola que todos tenemos de los Ninja nos preguntamos que hacían estos personajitos históricamente conocidos como misteriosos guerreros. La respuesta, coincidió perfectamente con nuestro comienzo. La proyección en el diseño y el arte son paralelamente batallas que uno emprende. Competencias que uno asume. Pero sobre todas las cosas, estas disciplinas shingshagueanas tienen una característica común, es la pasión motivadora que cada uno de nosotros tiene en sus venas. Esa pasión que va a decir donde están nuestros límites.

En la historia de Japón, los Ninja eran un grupo militar de mercenarios entrenados especialmente en formas no ortodoxas de hacer la guerra, en las que se incluía el asesinato, espionaje, sabotaje, reconocimiento y guerra de guerrillas, con el afán de desestabilizar al ejército enemigo, obtener información vital de la posición de sus tropas o lograr una ventaja importante que pudiera ser decisiva en el campo de batalla.

Para sus propósitos utilizaban una amplia gama de armas y artefactos como espadas, cadenas  o shuriken (cuchillas bajo las mangas), además de ser expertos en la preparación de venenos, pócimas y bombas. Del mismo modo, eran entrenados en el uso del «arte del disfraz», que utilizaban a menudo para pasar desapercibidos dependiendo de la situación imperante en el lugar en el que se tuvieran que introducir, a diferencia de la típica vestimenta con la que hoy día se les identifica.

Pocas organizaciones militares han sido tan difundidas y al mismo tiempo tan incomprendidas como los Ninja de Japón y gran parte de la historia de este grupo se basa en mitos o exageraciones, lo que ha dificultado su estudio y comprensión. De esta forma, a lo largo de la historia, muchas muertes ocurridas en algún momento oportuno fueron atribuidas a este grupo militar, pero debido al hermetismo de sus misiones es imposible saber exactamente el número de muertes que causaron.

Los Ninja fueron tanto temidos como utilizados por los líderes militares debido a que su naturaleza era totalmente contraria a los ideales del samurai. En el caso de los samurai, el daimyō (así se le llama al líder del clan) no podría exponerlos a trabajos como el espionaje o asesinatos encubiertos, debido a que si eran descubiertos su reputación quedaría destrozada. Por ese motivo preferían contratar a Ninja, que generalmente procedían de clases sociales bajas, para que realizaran ese tipo de trabajos.

Para ser Ninja era necesario asimilar el concepto de lealtad, honor y muerte regida por el código ético conocido como Bushido.

La batalla, para un Ninja o shinobi, era muy diferente a la de un samurai, ya que sin bandera que lo identificara, debía penetrar en el castillo días antes del asedio y ocultarse hasta encontrar el momento oportuno para armar la hecatombe. Solían incendiar los castillos, acecinar a algún líder que ande por ahí y luego, con el trabajo cumplido, huiría furtivamente en el anonimato.

Es evidente el paralelismo que existe entre estos personajes de origen oriental y el desarrollo de nuestra práctica como diseñadores. Lejos de matar, como artistas del subjetivismo, cada uno forja una técnica y un resultado, pero siempre en el silencio y siendo sigilosamente prolijos. Buscando la estrategia justa y esperando el momento indicado. Al igual que los Ninja, nadie sabe de nosotros pero si de nuestras proezas. Nos ocultamos tras el velo de la seducción, mediante objetos impresionables o al menos lo intentamos.

Por eso es que cuando el Ninja se mimetiza o un diseñador se compenetra, muere y nace, deja de importar quién es, y comienza a importar qué hace, y para hacer, no hay que ser, sino saber y como es sabido, la sabiduría no hace a la inteligencia pero la inteligencia generalmente, hace a la sabiduría.

La evidencia (TNMA)

No parece casual, que los caricaturistas Eastman y Laird en 1984 hayan creado una serie de personajitos que apasionaban a más de un niño (asumo haber sido uno de ellos), bautizándolos como: Leonardo, Raphael, Miguel Ángel y Donatello, quienes fueron los cuatro maestros del renacimiento italiano.

Para agregarle fantasía y argumento a su serie de cómics resultaron ser Tortugas Ninja Mutantes Adolescentes, que solían vivir en las alcantarillas de New York.

Parece que los jóvenes ilustradores tenían algo así como un preferido que no coincidía con ninguno del cuarteto Ninja, por eso eligieron como maestro a una rata que sería la voz de la sabiduría y lo llamaron Splinter, su traducción al español es Astilla y en italiano Scheggia, apodo de un importante pintor del Quattrocento Giovanni di Ser Giovanni.

[Por Santiago Cantera]

Deja un comentario